Deambulando...

 Y siempre apareces,  sin importar el tiempo,   sin importar las personas que vienen y van,  permaneces.  Como una estrella fugaz en una primera cita  que da esperanza pero desaparece antes de que se pueda pedir el deseo de que te quedes  permanentemente.

 Querida muerte Permítele acariciar tu cabello, dale un botecito para que ponga las llaves de sus mil cajones dónde  organizará sus cosas en su nuevo dormitorio, aunque quizás su equipaje ya se aligeró; quizás sus ojitos  pequeños por fin volverán a ver aunque sus manos siempre fueron su mejor guía; dale un cuaderno, ya  tendrá tiempo para escribirle cartas al trompetista con el que siempre quiso estar.  Y déjale sentir vida dentro de la muerte porque nosotros, por un tiempo, sentiremos la muerte en vida